Para proteger los cultivos de las heladas se utilizan distintos tipos de aspersión. El efecto que se busca es crear una pequeña capa de hielo en la planta que no permita que la temperatura baje a la temperatura del medio ambiente.
En el caso de invernaderos se pueden instalar los aspersores por encima de la cubierta buscando que se forme una capa de hielo sobre el mismo y que este se comporte como un iglú manteniendo la temperatura dentro del mismo.
La mejor protección con un riego antihelada se obtendrá en la medida en que se pueda aplicar agua al cultivo durante el tiempo que dure la helada.
Protección de su cultivo empleando sistemas de aspersión
Las bajas temperaturas por debajo de cero grados Centígrados representan una fuerte amenaza para su cultivo y pueden conllevar grandes pérdidas si no se manejan adecuadamente.
El riego por aspersión puede proporcionar el más alto nivel de protección en comparación con la gran mayoría de los sistemas disponibles actualmente. También es una de las alternativas de control de heladas más económicas.
El consumo de energía de un sistema de rociadores es considerablemente menor de lo que los productores normalmente gastarían con calentadores y otros equipos eléctricos. Los requisitos de mano de obra son menores en comparación con estos otros métodos y es relativamente no contaminante.
Como funciona
El riego por aspersión ha demostrado ser muy eficaz en la protección contra los daños causados por las heladas. A temperaturas cercanas a la congelación o bajo cero, el agua rociada sobre la planta desde los sistemas de rociadores da como resultado una capa de hielo que recubre la superficie de la planta y la protege del daño por congelación. El riego por aspersión aérea, se realiza con líneas de agua y boquillas colocadas en o por encima del área foliar del cultivo. Este método ha demostrado ser eficaz para cultivos como las flores, hortalizas, tomate, así como para árboles frutales.
La pérdida de calor de una planta al aire y al suelo circundantes puede ser reemplazada por el calor liberado por el agua que cambia de un estado líquido a un estado sólido, o simplemente por la energía térmica contenida en el agua que a menudo es ligeramente más caliente que el aire. Usando un balance de energía y considerando la transferencia de calor por conducción a través de una capa de hielo en la superficie de una planta, la transferencia de calor puede describirse por la transferencia de calor debido a la conducción, evaporación, convección forzada y radiación. El objetivo de un método de protección contra heladas es reemplazar la energía perdida utilizando, sola o junta, conducción mejorada, convección, radiación descendente o, en este estudio, conversión de calor latente. Cuando las gotas finas de agua se introducen en el aire que rodea las plantas y se condensan y congelan, el calor latente almacenado en las gotas de agua se convierte en calor sensible y ralentiza la caída de la temperature en el ambiente. El calor latente de fusión del agua es de 334 kJ·kg−1, o en otros términos, cuando el agua se congela, libera 80 calorías de calor. Debido a este efecto de calentamiento del agua congelada, una superficie de la planta como una hoja permanecerá ≈0 ° C mientras haya una mezcla de agua, hielo y vapor de agua, aunque la temperatura del aire circundante puede continuar bajando.
Los rociadores proporcionan una diferencia de temperatura de 2 a 5 grados, que es suficiente para proteger las plantas.
Mientras el agua humedezca uniformemente la planta, la protege de daños graves mientras haya una mezcla de agua y hielo sobre la planta, estará protegida. Si el hielo está seco y se ve blanco, hace falta aumentar la tasa de aplicación para protegerla verdaderamente.
Por otro lado se debe lograr una muy buena uniformidad de aplicación en todo el cultivo.
Lo que se requiere
El sistema antihelada AGRIFIM consiste en líneas de microaspersores colgadas a espacios uniformes del techo de los invernaderos para lograr una aplicación uniforme de agua sobre las plantas para mantenerlas cubiertas de hielo en todo momento.
Las gotas producidas por estos rociadores tienen un tamaño consistente y son lo suficientemente grandes como para resistir la deriva del viento, preservando así la integridad del patrón, pero lo suficientemente suaves como para evitar daños a las plantas. Su acción rotativa constante también evita la acumulación de hielo y evita que el rociador se congele.